Este libro me gustó mucho, quizás debido a la forma en que la autora narra sus sentimientos sin dramatizarse ni victimizarse. Es una historia dura de contar, y puedo imaginar lo difícil pero seguramente catártico que debió ser para ella escribirlo. Lo leí justo después de terminar su libro «Qué hacer con estos pedazos», me impresionó y gustó la forma como Piedad escribe. Después de leer excelentes comentarios en Internet, me motivé a leer dos libros del mismo autor de forma seguida, pues generalmente no lo hago. Al conocer la biografía de la autora, sabemos que lo escribió en honor a su difunto hijo, Daniel Segura Bonnett.
La historia contiene partes muy emotivas que me conmovieron e incluso me hicieron llorar, ya que no podía evitar sentir empatía por su dolor. Imagino lo que debe significar para una madre la muerte temprana e inesperada de un hijo joven. Aunque no soy madre, puedo imaginar esos sentimientos, y Piedad los relata de una manera tan descriptiva que sus palabras llegan al corazón. En mi opinión, vale la pena leerlo, especialmente la forma en que Piedad describe su duelo y lo que significa tener un familiar con una enfermedad mental.
La palabra que mejor describe el libro para mí es «conmovedor».
«No. Estás, como dicen los manuales sobre el duelo, en estado de shock o embotamiento. Tu dolor, el de los primeros minutos después de la noticia, se ha trocado en fría estupefacción, en pasmo, en una aceptación semejante a la que aparece cuando entramos al quirófano o cuando constatamos que hemos perdido el avión en el que volaríamos a una ciudad lejana.»
Buscar Respuestas…
“Buscar respuestas es sólo un modo de hacerse preguntas, de negociar con las preguntas, de saber cuántas preguntas caben en una obsesión.” ¿Había subido antes hasta el techo a preparar el terreno? ¿En qué pensaba cuando saltó? ¿Qué se siente al caer? ¿Se pierde la conciencia? ¿En las últimas horas pasamos los que lo queríamos por su cabeza? Las preguntas se alzan y mueren al instante, vencidas, derrotadas.”, dice una parte del libro que me impactó. Las preguntas que se plantea la autora sobre el suicidio son profundas y reflejan lo que una persona en esa situación podría pensar. Intentar comprender lo que pasa por la mente de alguien que se suicida es un desafío.
En mi familia, una persona cercana se suicidó, y recuerdo cuánto devastó a su pareja y a su familia. Fue un hombre joven que decidió ahorcarse, y no dejó ninguna nota. Sus seres queridos buscaban respuestas por todas partes y revisaban sus recuerdos en busca de señales que pudieron haber pasado por alto sin querer. La desolación y la culpa los acompañaron durante mucho tiempo hasta que finalmente llegó la aceptación.
«Reviso uno a uno los libros y los cuadernos. En el fondo de mi corazón suplico por que aparezca un diario, una nota de carácter personal.»
Los trastornos mentales
El libro también aborda las enfermedades mentales y lo difícil que es tener un familiar que las padezca. Desde mi experiencia, hasta la fecha no existen suficientes técnicas para abordar estas enfermedades de manera efectiva. Se centra demasiado en diagnósticos y en la prescripción de medicamentos de por vida, en lugar de buscar terapias que permitan a las personas recuperar su libertad. Comprendo que en muchos casos los medicamentos son necesarios, pero rara vez se busca una terapia que les permita a las personas no depender de medicamentos por siempre.
«¿Cómo puedes vivir cada segundo sabiendo que tu hijo está iniciando un episodio de paranoia, quizá un estado psicótico, y que no puedes hacer realmente nada porque hay en todo una cierta apariencia de normalidad que no te autoriza a tomar medidas drásticas? «
Además, he notado una falta de humanidad en muchos médicos que tratan a pacientes con enfermedades mentales y una falta de participación de los familiares en el proceso. La familia logra reconocer detonantes de la enfermedad antes que un médico o una persona externa.
«Nos habla de modo cortante, sin el menor rasgo de compasión, pero nos habla. (Luego tendremos que vernos con el silencio de los médicos, con su renuencia a dar un diagnóstico y su negativa a contestar el teléfono).»
En mi caso, con mi madre bipolar, hemos aprendido a reconocer las señales que indican que las cosas pueden empeorar. A menudo, ella quiere dejar de tomar sus medicamentos cuando se siente bien, lo que la puede llevar a comportamientos psicóticos. Y así informar al médico de la situación para evitar hospitalizaciones innecesarias. Tenemos la suerte de tener un buen psiquíatra en los últimos 15 años. El tiene una actitud muy humana y buena disposición para apoyarnos cuando las cosas se ponen difíciles.
En el libro, Piedad narra su experiencia con Daniel, quien sufre de esquizofrenia. Aunque hay momentos en que logra controlar su enfermedad, también atraviesa etapas difíciles tanto para él como para su familia. Muchas de esas situaciones me resultaron familiares y me permitieron identificarme con los sentimientos descritos.
«Qué puedo explicarle? ¿Cómo decirle que sufrió un ataque de locura, que se desconectó de la realidad, que hizo un escándalo que asustó a los pasajeros? Pero antes de que yo diga algo él recuerda: —Ay, sí, lo del avión. ¿Me volví loco, cierto, mamá?»
En resumen, el libro nos invita a reflexionar sobre el sentido de la vida, la naturaleza del duelo y las enfermedades mentales. Recomiendo su lectura y sugiero ver estos dos videos de Piedad Bonnett para conocer más sobre su historia y su obra.
Entrevistas a Piedad Bonnett
El primero es un Conversatorio «Lo que no tiene nombre» de Piedad Bonnett. Este conversatorio es realizado por el escritor Héctor Abad Faciolince, muy conocido por su libro El Olvido que Seremos. Y el segundo video recomendado es Otra trama – Piedad Bonnett, «Lo que no tiene nombre» realizado por Televisión Pública Argentina.
Si ya leíste el libro te invito a dejar tus comentarios.