Introducción
Este libro reúne 15 ensayos de escritores que exploran la relación con sus madres. Evidencia el vacío que algunos sienten por anhelar una figura materna que sus madres no proyectan. Es una catarsis de temas difíciles de abordar para muchas personas. Personalmente, me gustó, pues demuestra que como seres humanos compartimos experiencias similares, sin importar cultura, etnia u orientación sexual. Aprecio la vulnerabilidad de los autores, aunque algunos ensayos me resultaron menos cautivadores.
Otros transmitieron sus sentimientos con mayor eficacia, y como lectora, me identifiqué y conecté con ciertas situaciones. En particular, «Su cuerpo/Mi cuerpo» de Nayomi Munaweera, que aborda el tema de vivir con una madre bipolar, me impactó. Además, Munaweera recomienda «Understanding the Borderline Mother,» de lo cual hablaré en un futuro post. Este libro me proporcionó información valiosa para comprender a mi madre y a mí misma, liberándome de culpas y prejuicios.
Espero que mis comentarios te inspiren a leer este libro, especialmente si tu relación con tu madre ha sido desafiante. Compartiré mis apreciaciones sobre los ensayos que más me gustaron, pero te sugiero explorar el libro completo, pues cada persona tiene su propia historia y perspectiva de vida.
La inspiración de Michele Filgate
En la introducción del libro, Michele Filgate habla sobre su relación con su madre y cómo esto la inspiró a crear esta obra. La colección de ensayos de Jo Ann Beard, «The Boys of My Youth,» fue su fuente de inspiración, ya que comprendió que «un ensayo personal es un lugar donde un escritor puede tomar el control de su propia vida.»
Muchos de nosotros hemos idealizado el papel que una madre debe desempeñar; sin embargo, no todas logran cumplir con todos los requisitos. Lynn Steger Strong escribió:
«Quizá todos tengamos un gran vacío en el que nuestra madre no coincide con esa ‘madre’ que creemos que debería ser y con lo que se supone que debería ofrecernos.»
Esta frase me hizo reflexionar, ya que muchas veces me he cuestionado cómo sería yo hoy si mi madre hubiera sido completamente diferente. Y si hubiese elegido ser madre, ¿qué tipo de madre sería?
Por ejemplo, en mi caso, la enfermedad bipolar de mi madre generó en mí mucha inestabilidad emocional. Sin embargo, al mismo tiempo, me convirtió en una mujer resiliente, con deseos de luchar y salir adelante. Tuve conflictos con la feminidad, ya que la relacionaba con debilidad. Tras mucho trabajo interno, hoy siento que estoy encontrando el equilibrio entre mi energía femenina y masculina.
Por un lado, pienso que la relación conflictiva con mi madre me llevó a rechazar muchas características de la energía femenina. No quería ser una mujer dependiente, débil ni una víctima del mundo. Sin embargo, mi madre es una mujer con sólidos valores y buenas costumbres que hoy forman parte de mi gracias a ella. Ha sido una buena madre para mis hermanos y para mí, siempre cuidándonos e inculcándonos los valores que nos convirtieron en personas de bien para la sociedad.
A pesar de que muchas veces deseé tener una madre diferente y disfrutar de una relación más «normal» de madre e hija, hoy siento gratitud y satisfacción por todo el camino recorrido.
Ensayo cosas que nunca hable con mi madre
En este texto, Michele Filgate comparte su experiencia y la relación que mantuvo con su madre durante su infancia y adolescencia. Narra los abusos de su padrastro, quien la insultaba llamándola «perra», mientras su madre priorizaba a su esposo por encima de su propia hija.
Además, ella nos revela sus pensamientos y sentimientos, así como la dinámica de su relación con su madre, marcada por el silencio. Mientras su padrastro le recordaba que las chicas buenas deben mantenerse calladas, «las chicas malas se arrodillan sobre arroz crudo, mientras los duros granos se entierran en sus rodillas expuestas.»
Este tipo de creencia, que nos inculca que las mujeres deben permanecer en silencio para ser consideradas mejores, plantea la pregunta de a quién se beneficia de este perpetuo mutismo. Afortunadamente, hoy en día, las mujeres en muchos lugares del mundo han logrado establecer un mayor equilibrio y respeto. Muchas de ellas alzan la voz sin ser tildadas de locas y, en cambio, son respetadas por sus pensamientos y palabras.
El cuidador (y celador) de mi madre
Este ensayo, escrito por Cathi Hanauer, una novelista y periodista estadounidense, me intrigó debido a la historia de amor de sus padres. Revela cómo eran los matrimonios en el pasado y cómo las mujeres de entonces aceptaban conductas que hoy consideraríamos sumisas. Cuando digo que me gustó, no implica que apruebe su forma de llevar su matrimonio, sino que pude comprender la perspectiva desde la cual muchas mujeres vivían como esposas y madres. Para muchas, parecía que ciertos comportamientos les permitían ser felices y tener un hogar del cual estaban orgullosas. En mi caso, no lo haría, pero entendí su punto de vista sin necesariamente aceptarlo.
La madre de Cathi no contradecía a su padre y toleraba que él controlara todo, incluso sus conversaciones. Esto hacía que Cathi rara vez tuviera momentos a solas con su madre para interactuar.
Un día, cuando la madre de Cathi tenía 81 años, lograron estar a solas sin la presencia de su padre. Finalmente, Cathi puede hacerle algunas preguntas acerca de su vida y de su matrimonio. Cathi buscaba respuestas para entender el comportamiento de su madre. De esa conversación entre madre e hija, resalto los siguientes puntos:
- La madre de Cathi menciona que su matrimonio funciona porque ella olvida las cosas rápidamente. A pesar de que ella se enfurece con muchas de las acciones de su esposo, pronto las olvida. Piensa que tener una memoria a corto plazo es un factor crucial para que su matrimonio funcione, tal vez como una vía para escapar de una realidad que siente que no puede cambiar.
- La señora admite que su marido es exigente y posesivo, pero lo acepta tal como es y se responsabiliza de su actitud, ya que en cierto modo lo alentó y lo permite.
- Y este punto fue la cereza del pastel para mí:
«Prefiero no pelear con él. Es difícil y un desafío tener que cumplir siempre con sus decisiones, pero es mucho más fácil cumplir que luchar. En realidad, esas cosas no hacen mucha diferencia para mí».
Ella asumió que eran cosas que debía hacer y no se cuestionó. Sintió que no tenía otra opción. Creo que esto ha llevado a muchas mujeres a aceptar cosas que no deberían considerarse normales, solo porque así se les enseñó o porque es lo que hacen los demás. Como sociedad, necesitamos cuestionar todas las creencias y patrones establecidos para poder evolucionar.
Es maravilloso que Cathi haya podido hablar con su madre y así entender lo que realmente sentía y pensaba. Su madre es exactamente lo que ella ve y lo que eligió ser.
Al final, Cathi concluye:
«Ella tomó una decisión a los dieciséis años, y ahora, sesenta y cinco años después, sigue ahí, optimista y satisfecha. Ella es exactamente lo que veo y lo que eligió ser; lo que quiere, la mayor parte del tiempo es justo lo que tiene, y el resto del tiempo resiste hasta que las cosas mejoran.»
Las Tesmoforias
Es la historia de una hija que teme revelar su lado más sombrío a su madre. A pesar de su estrecha relación, su madre solo descubre esta faceta cuando lee el primer libro de su hija, escrito por Melissa Febos.
Este ensayo me cautivó al mostrar cómo el amor de muchas madres permanece inmutable a pesar de los comportamientos problemáticos de sus hijos, particularmente durante la adolescencia y juventud.
La madre le dice:
«Nunca podrías perderme. Te amaré todos los días de tu vida. No hay nada que puedas hacer para que deje de amarte».
Esta parte me conmovió, ya que creo que el amor de una madre, a pesar de sus imperfecciones, es eterno. Muchos de nosotros hemos tenido esa fortuna; yo cuento con unos padres que siempre, a pesar de todo, me han hecho sentir amada, especialmente mi papá. En el fondo de mi corazón, sé que mis padres hicieron lo mejor que pudieron con la información que tenían.
Xanadú
La historia narra la vivencia de un joven homosexual que fue objeto de abuso sexual por parte del director del coro cuando tenía 12 años. Describe las secuelas de presentar la denuncia por estos abusos y cómo otros lo juzgaron, creyendo que podrían haber manejado la situación de forma diferente o incluso haberla evitado. Esta historia destaca cómo, para los hombres, enfrentar y denunciar este tipo de actos es más complicado, ya que la sociedad tiende a considerarlos el sexo fuerte y duda de que les ocurran situaciones similares. Sin embargo, muchos hombres, al igual que nosotras, están expuestos a este tipo de abusos, y, por diferentes razones, les resulta igual de difícil hablar al respecto y denunciarlo.
Alexander nos cuenta cómo él y sus compañeros, también víctimas del mismo abusador, intentaban minimizar las consecuencias de la situación para mantener su imagen de fortaleza. Él reconoce cómo el director del coro logró ganarse su confianza al hacerle sentir bien consigo mismo, aprovechándose de su vulnerabilidad por ser un chico birracial en una zona donde las parejas de diferentes orígenes étnicos no eran bien vistas. Sin embargo, en el grupo de coro, encontró aceptación. Por primera vez, Alexander sintió que pertenecía a un grupo y, por miedo a perder su lugar, aceptó convertirse en una víctima del director.
La muerte de su padre fue un duro golpe para Alexander, quien se vio en la obligación de convertirse en el pilar de su madre y de la casa, ocultando su verdadera identidad y orientación sexual.
Antes de publicar su libro, Alexander logró confesar su verdadera identidad a su madre, quería que ella lo supiera directamente de él y no lo descubriera en el momento del lanzamiento del libro. Explicarle a su madre que le ocultó sus gustos y sentimientos solo porque buscaba protegerla.
Esta historia ilustra cómo muchas veces los hijos guardan silencio u ocultan cosas a sus padres, pensando que los protegen del sufrimiento o porque temen que no los entenderán, e incluso tienen miedo de perder su amor.
Quince
Bernice L. McFadden comparte su infancia y juventud marcadas por un padre alcohólico. Además, se preguntaba por qué su madre se hería cada vez que ella le pedía visitar a su abuela. La madre de Bernice siempre le respondía: «No sabes lo que hizo tu abuela… algún día te lo contaré». Hasta que un evento con su nieta provoca que la madre de Bernice finalmente comparta lo que le sucedió cuando ella tenía 15 años.
Resulta que la abuela de Bernice era una mentirosa compulsiva y había cruzado un límite con la madre de Bernice. En un intento de manipularla para que hiciera lo que ella quería, mintió en el tribunal acusando a la madre de Bernice de robo. Como resultado, la madre de Bernice fue llevada a la cárcel y condenada a un año de prisión.
Esta historia destaca cómo las familias guardan secretos y cómo las historias tienden a repetirse de generación en generación. Y resalta la importancia de hablar de las cosas para romper con esas cadenas y evitar que la historia se repita.
“Sabías que nuestra familia nadaba en secretos, terribles secretos, que eran demasiado dolorosos y vergonzosos para que se hablara de ellos, por eso no lo hacían. Se mantuvieron en silencio sobre el tío que había violado y dejado embarazadas al menos a dos de sus sobrinas, el hermano que acariciaba a su hermana, y esa tía que intentó, pero no logró, ahogar a su hijo en el agua de la bañera.”
Creo que también podemos inferir de esta historia por qué muchas mujeres se casaban a temprana edad para huir de hogares disfuncionales. Veían el matrimonio como la única solución a sus problemas familiares. ¿Será que todavía muchas mujeres se casan para huir de sus familias tóxicas?
Lengua Materna
Este ensayo, escrito por Carmen María Machado, aborda sus reflexiones sobre el rol de la maternidad al enfrentarse a este desafío con su esposa, cuestionándose sobre si convertirse en madre o no. Pues ella mantiene una relación distante y con poco contacto con su propia madre.
Al leerlo, hubo tres pasajes con los que me identifiqué con Carmen al describir lo que siente acerca de su madre, ya que me ocurre algo similar.
«Mi identidad se ha moldeado por lo que ella no es; ella es, para mí, un ejemplo de cómo no llevar una vida.»
«Creo que mi madre quería vivir una existencia egoísta. No creo que haya imaginado luchar por encontrar su identidad entre los 40, 50 y 60 años. Y no la culpo. Yo también quiero ser egoísta.»
Desde mi infancia, mi madre intentó que cumpliera sus sueños. Siempre me decía: «Quiero que te cases, que tengas hijos». Yo siempre le respondía: «Mamá, esos son tus sueños, no los míos». Nunca pudo entenderlo y aún creo que no lo entiende. Nunca soñé con casarme, vivo con mi pareja desde hace 11 años, y no nos interesa casarnos. Nuestro compromiso con la relación no necesita un papel ni una ceremonia. También decidí no tener hijos, lo cual le costó aceptar. Ella quería ser abuela de mis hijos, pero ya tenía nietos por parte de mis hermanos. Tal vez se resignó a que soy todo menos lo que ella esperaba de su hija mujer. Ya no me dice nada, porque no hay nada que decir; es mi vida, y yo elegí vivirla como considero mejor para mí, no para ella ni para nadie. Me siento bien y en paz al elegir este camino de vida.
«Me siento mal por ella, está tan insatisfecha con su propia vida: no se lo desearía ni a mi peor enemigo».
Desafortunadamente, mi madre es una mujer que se queja por todo, nada ni nadie cumple sus expectativas. Y esto muchas veces me cansa. Ahora le digo que agradezca todo lo bueno que tiene, que piense en lo bueno y no en lo malo. Y le cambio el tema, para evitar esa energía. Antes yo actuaba igual, pero ahora, cuando me escucho quejándome, recapacito y trato de cambiar mi actitud. Me conecto con la buena vibra y la gratitud.
Su cuerpo / Mi cuerpo
La historia de Nayomi Munaweera resonó en mí, ya que al igual que ella, mi madre también padece trastorno bipolar. Encontré numerosos puntos en común en nuestras experiencias al tener una madre con esta enfermedad. Al leer y obtener más información sobre este trastorno, pude comprender mejor a mi madre, pero lo más importante fue entenderme a mí misma. Dejé de juzgarme y de cargar con culpas que no me corresponden. Fue liberador soltar poco a poco las limitaciones y pensamientos que se habían arraigado en mi mente.
Una de las mejores estrategias para los hijos de madres con trastorno bipolar o trastorno límite de la personalidad es mantener una distancia prudente. En mi caso, lo más acertado que pude hacer fue vivir en otro país. Esto ha contribuido de cierta manera a tener una relación más estable y menos conflictiva. No ha sido necesario cortar la relación porque he aprendido a lidiar con ella, a aceptar y entender que muchas de sus actitudes son producto de la enfermedad y otras de su personalidad.
Este ensayo seguramente conectará más con personas que tienen familiares que padecen enfermedades mentales.
Conclusión
Este libro es una valiosa herramienta para comprender que muchos de nosotros hemos atravesado situaciones similares, demostrándonos que no estamos solos. Además, nos permite observar las acciones que algunas personas han emprendido frente a circunstancias dolorosas y difíciles. Nos enseña que siempre es posible superar los obstáculos, y estos escritores, al mostrar su vulnerabilidad, nos inspiran a hacer lo mismo, a ser valientes y expresar lo que muchas veces hemos mantenido en silencio por vergüenza o miedo.
Cosas que nunca hable con mi madre nos invita a reconectarnos con nuestro niño interior y a ayudarlo a sanar las experiencias de la infancia que todavía impactan en nuestra vida. Espero que estas páginas motiven a algunos de ustedes a leer este libro. Estoy segura de que será una lectura reflexiva y sanadora para quienes se identifiquen con estas historias de vida. Si sienten que hay cosas dentro de ustedes que les inquietan, sigan buscando ayuda en los libros, como este, u otras herramientas.